Siempre ocurre lo mismo:
te despiertas
y no alcanzas a ver a qué distancia se coagulan tus ojos
ni recuerdas la hora en que se fueron marchando
tus amantes nocturnos,
qué obviedad,
e intentas recordar quién eras tú
sólo un minuto antes de heredar este cuerpo,
quién fue recopilando poco a poco las miradas de un náufrago hasta hacerte
transparente al andar, hasta otorgarte
la condición de huérfano instintivo.
Y al salir a la calle las aceras
te separan la sangre en dos orillas,
un muro a la derecha, los zapatos de todos los turistas
embarcando en andenes preventivos,
un mendigo
recogiendo el amor que han derramado las monjas del hospicio,
ocurre siempre igual y hay un momento
en que se hacen más anchas las calles para que haya
más sitio para el hambre
y te venden a plazos
las arcadas de un puente que no aguanta ya más jaculatorias,
te disfrazas de latido bulímico y así
te resulta más fácil concentrarte en un mirar progresivo
y no te importa cruzar entre la gente con tu pregunta al hombro,
con tus piernas sonámbulas temblando todavía
hasta llegar al fin a conformarte
con tu forma de ser, con tu manera de andar tan persuasiva
que el tiempo se licúa cuando duerme contigo.
Poemario "Será tan de mañana como tu piel desnuda" (2009)
XII Premio de Poesía ELADIO CABAÑERO
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