Para sobrevivir
no se admiten
apuestas ni que el viento retrase
los relojes
domésticos,
cada cual es muy
dueño de poner barricadas donde quiera
y amputarse las manos
celebrándose
en guerras de
guerrilla
para sobrevivir
es preciso
levantar las ventanas
y dejar que te entre la noche en estampida,
que los árboles
cuelguen su sombra de las nubes
y esperar que detrás
de una bala nos sorprenda
un tiempo sin fusiles
y el anuncio
legal de un
armisticio.
Pese a todo no tienes
que ser al tiempo
muralla y miedo ni apretar
en la mano un
cuchillo mientras dejas
flores para los muertos
los muertos
son asunto de todos y
aún les cuelgan heridas del ombligo
que no curan los
cíclopes, te conviene
encerrar a los perros
y guardarte la ira en el estómago,
contener el aliento y
respirar,
respirar lentamente y
cuando llegue tu turno
respirar sólo tú sin
que el verdugo te acuse de limpiarte los dientes
con cepillos de
otros.
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