domingo, 26 de enero de 2020

No comprendo por qué todas las cosas






No comprendo por qué todas las cosas
parecidas a un lunes me suceden
a mí
y sólo a mí,
no me puedo explicar que ese segundo preciso en que la noche se hace
la autopsia de sí misma sea el instante
concreto en el que el sueño es mentira y haya un cuervo
que me vuele en los ojos,
no,
no lo puedo aceptar ni me resigno a creer que hay circunstancias
que no siempre dependen de nosotros, ni me vale
que todo esté pactado y nada ocurra al azar
o porque sí.

¿Y por qué a mí, si hay gente
que carece de manos,
parlotea
con voz de sacamuelas en los púlpitos
y se inyecta poción de camuflaje?

Mi vida ha sido siempre un devenir entre tibiezas frustrantes
y ahora mismo ni el tiempo
necesita de mí,
siempre he sido un extraño entre avisperos exóticos y nunca
gocé la mansedumbre de un verano prohibido entre mis piernas.

Por eso
no me habría importado que los santos de alcoba me hubieran proclamado
hijo de filisteo,
con tal de tener padre, o una macromolécula
a quien culpar de todo ese desastre.

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