Como
ocurre a menudo
yo
tampoco he elegido ser quien soy
y
no me quejo,
pude
haber sido otro, más delgado, más alto, más feliz,
un
tipo diferente al que ahora lee los periódicos y escucha
cada
noche la radio.
Pero
aquí de momento no se puede elegir ni la estatura
ni
el color de los ojos
ni
el tamaño del sexo
ni
es posible ser árbol cuando un día naciste condenado
a
ser sólo tú mismo: esa sombra
superior una hormiga y más pequeña
que
el abismo de un sueño el idioma
en
que hablan los caballos.
Mejor
así, ¿no crees?
Porque
dado el supuesto de que hubiera podido elegir
patria
y color, ¿quién te habría llegado a asegurar
que
fuera yo
quien
te coge las manos,
quien
te piensa,
quien
no entiende el futuro de otra forma que no sea a tu lado?.
De tiempo en tiempo llego a gustar tus versos maestro y dejarte mi admiración y cariño maestro
ResponderEliminar