Hay
hogueras de huesos y pupitres
sin
niños en la acera,
cada
día
nos
pesa más el aire,
se
adivinan inmensas sucursales a Auschwitz,
pero
no estamos muertos,
no
lo estamos
y
hay alguien que ahora brinca por encima de los sables y cenizas
y se
bebe los gases,
hay
alguien que amordaza a los perros de las noches podridas
y
que escribe un poema en el lugar en que estaba
preparada
su tumba,
alguien
que
al mirarle a los ojos mana lágrimas
y
esconde el corazón como un planeta borracho
y en
todas las vigilias que se escapan del hambre,
estoy
yo
yo
sostengo al nacido con las tripas de cuajo,
yo
pinto con mi voz cicatrices de oxígeno,
cada
boca que gime,
cada
cuerpo que sangra,
cada
gota de cieno que acumulan los árboles soy yo.
Pero
no estamos muertos, solamente
nos
sabemos los otros y pasamos los días en hoteles amargos.
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