Para darte a besar ya no me queda
sino esa cicatriz que dejan siempre
un gesto o un recuerdo al enfriarse.
Para darte a beber,
sólo este vaso
que sostienen mis manos pequeñas y cansadas
donde he ido guardando los deshielos
de todas mis edades,
el rocío
de todas mis tristezas.
Y te daré mi llanto, por si aún queda
un penúltimo brote que regar.
037
044
No hay comentarios:
Publicar un comentario