martes, 19 de enero de 2010

Aquí, bajan descalzos los arroyos...

Aquí,
bajan descalzos los arroyos,
bajan a contraluz, como una aguja
de nácar que viniera
con un rayo de sol
hilando el tiempo.

Aquí,
la claridad no duerme nunca,
se posa en una flor
y desde el cielo
vigila el corazón de las acacias
y a veces, cuando llora,
se hace nieve.

Aquí,
sobre este instante
de aire detenido,
sólo aspiro a ser pájaro.

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