martes, 19 de enero de 2010

Si la llama fue encina...


Si la llama fue encina,
si la nieve fue nieve y ahora es
un trasiego de luz en los arroyos,
¿qué fue de los alberos y encinares?
Y si un día cualquiera resultara
que el tiempo es limitado,
que el espacio es finito,
que la muerte es la muerte a ras de suelo
y están todos los muertos ya contados,
si ese día no fuera necesario
explicarse ya nada, porque todo
se explica en la voz de los que antes
de yo venir al mundo ya se hallaban
en este mismo sitio y habitando
estas mismas palabras,
si ese día,
hasta Dios
tuviera la estatura
donde alcanzan a tientas nuestras manos,
sobrarían las prisas,
las urgencias
por nombrar a las cosas, pues las cosas
se bastan y se nombran a sí mismas.





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