domingo, 27 de agosto de 2017

Nunca sabré qué oculto sortilegio


Nunca sabré qué oculto sortilegio
o qué ley celestial o qué teorema
salvajemente humano os ha otorgado
la propiedad del mundo.
Nunca sabré tampoco vuestras señas,
vuestro nombre de pila, ni el idioma
que escupen vuestros labios.  No me importa:
jamás se me ha ocurrido preguntaros
con qué lengua decís rosa a las rosas,
con qué boca nombráis sauce a los sauces,
con qué voz designáis a la agonía
del sol ante el ocaso.
No habité vuestros barrios, ni aspiré
el hedor que desprende la mentira
de vuestras cortesías y no he sido
para nadie soldado de fortuna.
Por lo tanto, saldemos nuestras cuentas:
quiero saber el precio que me cuesta
la voz y el albedrío,
cuánto debo pagaros por el tiempo
que me habéis concedido,
qué tributo o qué tasa
por la lluvia,
los pájaros
y el viento:
sumad toda mi deuda y os la pago
hasta el último céntimo, hasta la última
moneda de vergüenza que me resta.
Y olvidaos de mí,
desde este mismo instante no os preocupéis de mí,
no bendigáis por mí, no maldigáis por mí,
no perdonéis por mí, no condenéis por mí,
no protejáis por mí, no deshonréis por mí,
no imaginéis por mí,
no discurráis por mí,
no blasfeméis por mí,
no asesinéis por mí.
Quiero ser yo quien diga necedades,
quien cuente estupideces, el que ponga
su nombre en las cortezas de los chopos,
el que sueñe el romance de una niña
de trenzas color bruno, zapatos de charol
y calcetines cortos, el que ayude
en la acera al borracho, el que susurre
quimeras a la vieja prostituta.
Quiero ser yo,
estúpido, cretino, equivocado,
idiota y majadero,
apátrida en mi patria,
forastero en mi pueblo, pero yo:
iluso, soñador, quijote, ingenuo,
aquel chaval rebelde
que una fecha cualquiera de un verano
-hoy sin mies en las eras-
una mujer, con niebla entre los ojos,
más madre que una madre,
me parió.


1 comentario:

  1. A veces...siento la imperiosa necesidad de leer tus versos
    allí en las estrallas sigue escribiendo Vicente
    Mi recuerdo....

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