Y de pronto
comenzaste a llorar y yo lloré,
lloramos como tontos que han pisado la luna y no lo saben.
¿Lo recuerdas?
Tú me habías citado en la terraza del bar donde aprendimos
a hablarnos sin pronombres,
la luz era
ligeramente sepia y salpicada de viento
y después del café tú te pediste una copa,
no sé,
pero de pronto
se nos paró el reloj y las bombillas marcaban
intervalos bisiestos.
Puede ser que el alcohol y la humedad de los labios
se pusieran de acuerdo
y de pronto
empezaste a llorar
y yo lloré
y quizá es que estuviéramos un poquillo borrachos.
Poesía Pura
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