miércoles, 18 de mayo de 2011

SÍ, SEÑOR



SÍ, SEÑOR
Dan gusto este país,
esta ciudad,
estas plazas de azogue esperando un diluvio que no llega,

de verdad que da gusto levantarse,
tomarse una aspirina
y ver con qué alegría te saludan los vecinos de enfrente,
comprobar que no hay nadie durmiendo en las aceras
ni cacas de perro en las calles,
respirar el oxígeno del metro,
llegar a la oficina
y ponerte a leer en el periódico la sección de decesos.

Porque somos dichosos por vivir en un sitio como éste,
sí señor,
en un sitio en que nada sucede porque sí o sin permiso
del protector de turno,
en un sitio en que tienes señaladas las horas de orinar
y el nombre del mendigo que te aborda a la puerta de tu iglesia,

aquí,
donde un decreto te dice cuándo hacer el amor,
cuándo debes llorar,
cuándo reír
y al trasluz de qué dios se justifica un aborto,

un país tutelado, sí señor,
donde el precio de venta de los árboles incluye los gorriones
que pueden albergar.

Y en materia de avances y mejoras sociales
hoy puedes contratarte un entierro de lujo
a precio de turista,
no es que sea una ganga,
que lo es,
pero con ello
sobre todo consigues el derecho a morirte cuando quieras,
morirte sin permiso de nadie y sin temor a que suban
desmesuradamente los impuestos y sea prohibitivo
el precio de las flores.

¿Quién dijo ser feliz?
Eso es sólo la hipócrita quimera que quisieron vendernos
los caducos nostálgicos
cuando todos sabemos que la felicidad sólo es posible como fruto final
de la lucha de clases.

De verdad,
debe ser fascinante vivir en este mundo
cuando cierres los ojos.


Poesía Pura
17 05 11

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