Para dormir contigo
es preciso esperar a que una gota de lluvia se transforme en estrella
y cada noche
brille sobre tu espalda,
para dormir contigo hay que esperar a que el fuego consiga resarcir
su deuda a los glaciares, a que escriba
sus bondades el círculo y las deidades semánticas
dejen de hacer ruido apocalíptico.
Después, cuando se alejen del tiempo los océanos
y resucite el mar al tercer día,
después,
absuelto el mensajero que anunciara las serpientes monzónicas,
ya me podré morir,
como murieron
el segador de albahacas y el cantante
que nunca soportó la jerarquía de los pájaros góticos.
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