lunes, 27 de mayo de 2019

Cuando el aire era azul y las ciudades



Cuando el aire era azul y las ciudades
existían muy lejos, no se oían
los impulsos del mundo,
eran, sí,
amarillas las tardes y bajaban los ríos susurrando canciones
de pulpa democrática,
eran, sí, recelosa la historia y astutos los milagros
y las llaves del tiempo giraban al revés.

Pero ahora soy otro, y son otros
los pasos con que intento redimirme del mal con un poema,
son otros los propósitos y distintas las metas que me impulsan
a inmolarme por algo que merezca la pena
mientras vuele
todavía algún pájaro.

Pero sé que me expongo
a que sea muy tarde para cambiar las cosas
y al hablar de ternuras se me llenan de erupciones los labios,
a que todos los miedos
sigan siendo rentables a costa de nosotros y haya gente
intentando llegar al paraíso en escaleras mecánicas,
y es probable también
que en la hierba de todas las infancias haya puesto el verano sus perfiles
y las playas sean tumbas de luz vegetariana,

A la larga
habitar tierra adentro y confiar en las nubes ha salido muy caro,
y se paga peaje por soñar.







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