Ella tocaba el saxo en la penumbra
de un cafetín de barrio.
Mariposas de anís.
Serpentinas de humo acariciando
tibiezas de carmín y en las entrañas,
la promesa mentida en un abrazo
de aguardiente y neón.
Dijo: quiero vivir y amanecieron
bandadas de alcotanes que traían
mañanas de holocausto. Las agujas
de todos los relojes señalaban
los minutos prestados sobre el filo
de un millón de cuchillos y puñales.
Ella tocaba el saxo en las esquinas
de un bosque subterráneo. Se poblaron
de adelfas asesinas las aceras
y un mar de decibelios propagaba,
en sombra gris, la voz de los cipreses.
Dijo: quiero morir y se clavó
en un rincón del alma, a medianoche,
el corazón de un hombre solitario.
Anheló mucho más, y se lanzó
desnuda hacia el abismo:
fue cayendo
y cayendo
hasta que halló un instante en que el vacío
era un hueco tan denso que un arcángel
-terrenalmente arcángel-
le regaló sus alas, y ahora vuela
sin dimensión de pájaro y sin llanto,
mientras siguen chirriando como entonces
las notas de su saxo,
en las sucias paredes del olvido
de un cafetín de barrio.
.
de un cafetín de barrio.
Mariposas de anís.
Serpentinas de humo acariciando
tibiezas de carmín y en las entrañas,
la promesa mentida en un abrazo
de aguardiente y neón.
Dijo: quiero vivir y amanecieron
bandadas de alcotanes que traían
mañanas de holocausto. Las agujas
de todos los relojes señalaban
los minutos prestados sobre el filo
de un millón de cuchillos y puñales.
Ella tocaba el saxo en las esquinas
de un bosque subterráneo. Se poblaron
de adelfas asesinas las aceras
y un mar de decibelios propagaba,
en sombra gris, la voz de los cipreses.
Dijo: quiero morir y se clavó
en un rincón del alma, a medianoche,
el corazón de un hombre solitario.
Anheló mucho más, y se lanzó
desnuda hacia el abismo:
fue cayendo
y cayendo
hasta que halló un instante en que el vacío
era un hueco tan denso que un arcángel
-terrenalmente arcángel-
le regaló sus alas, y ahora vuela
sin dimensión de pájaro y sin llanto,
mientras siguen chirriando como entonces
las notas de su saxo,
en las sucias paredes del olvido
de un cafetín de barrio.
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HAY dias quE necesito saludar TUS VERSOS Maestro, es imposible estar demasiado sin disfrutarlos
ResponderEliminarDonde quiera que estes, suba mi abrazo y admiración
Carmen