viernes, 16 de marzo de 2012

Y estás aquí de nuevo, mujer inevitable


Y estás aquí de nuevo, mujer inevitable,
pasión,
aroma,
tacto,
estás aquí otra vez con tu dolor de libro en el estómago,
deshaciendo maletas que nunca facturaste,
desandando las tierras conquistadas y sacándole
el brillo a tus zapatos,
mujer,
pero tú sabes
que ya nada es igual, que ya no hay nadie
que te mire a los ojos en la mesa de al lado o se disfrace
de amante clandestino, porque nada es igual y el tiempo ha sido
como un puñal creciéndote en los muslos.
No me digas ahora que has perdido la fe entre las almohadas
de un azar primoroso, que encontraste
ciudades con arritmias y poetas mediocres
(los poetas mediocres reservamos el sol para septiembre),
no te empeñes
en seguir manteniendo que el destino se escribe a borbotones
y por tanto, lo fácil, es echar un borrón.
Hay un punto en el mar en que los barcos no pueden
navegar hacia atrás y esto sucede
porque el mar, apagadas las luces, sólo tiene una orilla, y quien se embarca
ya conoce las reglas y se expone
a que un juez le condene a perder su identidad si alguna vez
retomara sus pasos.

Aquí, ya no eres nadie, mujer,
aquí no hay grutas azules ni caminos secretos que conduzcan
a otra infancia ilegible,
tus maletas
vienen llenas de sueños y de viejos cadáveres
con olor a pescado.

436

No hay comentarios:

Publicar un comentario