jueves, 15 de marzo de 2012

Para mí que he llevado tu nombre



Para mí
que he llevado tu nombre atravesado por espadas marinas
y aún conservo en el cuerpo cicatrices de un dios impronunciable,
para mí que he dormido con erizos y alimañas nocturnas,
y en mitad de la noche puse islas y ríos
a salvo de tus ojos,
¿qué más tiene adaptarme a alguna muerte de más o renunciar
a una infancia de menos,
si ahora sé
de un montón de razones por las cuales vivir es un delito
y aún me queda
toda una eternidad para esperarte?
Ahora que no mido el tamaño de los días
sino con otros días
y de noche
me detengo a escucharte en el monótono alivio de una playa,
ahora,
que me ganas con nada y me conformo
con un trozo de tiza o las volutas que deja un cigarrillo
y me sangran los dedos mientras nombro una a una
las cosas que no hablamos,
¿dónde puedo encontrar aquellos ojos que tuve mucho antes
de mirarme en los tuyos,
qué hacer, amor,
qué hacer de esta ternura que hace tiempo no digo?
Bastaría tan sólo una palabra,
un gesto,
una mentira..., aunque tuvieras
extraviado el gesto e inmóviles los brazos.
Bastaría inventarme una tristeza contigo y caminar,
contigo,
tomados de la mano.
.

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