Vivir es una muerte pequeñísima,
una muerte de espaldas
o un suceso
que no ha encontrado sitio en otra parte
sino en esa certeza que tienen de las cosas
solamente los ciegos;
vivir es sólo un guiño,
como un lance de azar que nos ocurre
a este lado del cuerpo donde extienden
sus raíces los árboles;
vivir es como el llanto de los últimos muertos
que siempre se negaron a morir,
como el poema
que escribes una tarde mientras llueve
en una
servilleta
de papel.
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