miércoles, 27 de enero de 2010
Soy lo más parecido a un diccionario...
Soy lo más parecido a un diccionario
de palabras incómodas,
lo más aproximado a una metástasis
de salud enfermiza que se extingue
en un sueño de nadie.
Me dicen que nací de los amores
de una ola y un náufrago, que puse
a orear la inocencia en los balcones
y le salieron pámpanos,
mugrones que aún conservo como queda
el boquete de un clavo en la pared.
Me dicen que tenía manzanas en los ojos
y un paisaje de fábricas detrás de las rodillas,
me dicen que llevaba provincias en las manos
como quien lleva un pan para los muertos,
me dicen que era así,
como un trozo de abril recién talado
y una piedad a oscuras, sin padrinos,
sin luz para más tarde,
que gastaba el silencio en uniformes
y el tiempo en desventuras ecuménicas,
que llevaba en los dedos casi todas las uvas
pero nunca
el racimo completo,
que rezaba al revés,
que me salían
torcaces amarillas de los párpados.
Eso dicen de mí: yo sólo añado
que no saben del frío que hace en el infierno.
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