miércoles, 27 de enero de 2010

Mis manos, por ejemplo

Mis manos, por ejemplo.
Mis manos, turba, arcilla, algarabía
volcánica de arcángeles,
mis manos esta tarde, por ejemplo,
recogiendo del suelo las semillas
de unos soles livianos que no tienen
más secreto que el nombre,
mis manos, sí, que llevan
el laurel de un guerrero y las armas de un poeta,
la sed, sin ir más lejos,
la sed con que acarician las ventanas oscuras
cuando sopla la brisa de un crepúsculo.

Mi boca, por ejemplo.
Los pájaros confusos que se asoman
detrás de un pentagrama en que las notas
son linternas azules que confunden
la pila bautismal con una ninfa,
por ejemplo, mi boca y la cintura
de las palabras pobres, los niños en mantillas,
los barcos rumbo al sur,
el mar, sin ir más lejos,
el mar que nos circunda y nos atrapa
allá donde nos lleve la más lánguida
de todas las tristezas, allá donde se hunden
en luz las galeotes.


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