miércoles, 27 de enero de 2010

Cómo olvidar las ropas que traías...

Cómo olvidar las ropas que traías,
apenas quince años
y un corazón de hierba,
cómo decir la música extranjera que abrigaba tu cuerpo
sin llevar en las manos un nido de torcaces
y los ojos del mundo
tendidos a la sombra de los álamos.
Ay, si me hubieran dicho que hace tiempo
vendían golondrinas en los supermercados,
te prometo
que abril no se habría escrito cometiendo
faltas de ortografía
ni una flor
habría muerto de frío entre los riscos
de una sierra lejana. Pero ahora
nadie puede saber hasta qué punto
regresar a aquel cuerpo es un absurdo
o un proyecto imposible,
lo que sí
te puedo asegurar es que a esta orilla
llegaron muchas barcas con el sexo sonoro,
que encontré por las calles muchos grifos abiertos
y al sol desparramado en los jardines metálicos.
No se puede esconder la primavera
detrás de unos balcones amarillos.
Pero bueno,
¿quién niega que mañana
acaso haya crecido la hierba en las terrazas
y podamos volver a aquel lenguaje
preciso de la infancia?



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