No,
no me admitáis así, como un poeta
que ha negado su patria,
no me obliguéis a ser quien antes era:
un dolor inmaduro,
una especie de ladrón que llenaba de
horizontes sus venas.
No es que quiera deciros que mi cuerpo
albergara
cristales derramados,
ni que mi corazón se amamantase
de soles inmaduros.
Lo que siento es que el aire siga
lleno
de palomas dulcísimas y yo
siga siendo extranjero.
Lo que imploro
es que no me dejéis morir desnudo sin
que llegue
a saber por qué muero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario