domingo, 27 de septiembre de 2015

Aquí, donde no existe el contorno preciso de las cosas



Aquí, donde no existe el contorno preciso de las cosas
y es humedad la noche,
donde llegan como lanzas obtusas los relámpagos
y el invierno es invierno y nada más,
aquí están todos ellos, porque fueron un error tipográfico,
congregados en las lápidas sin nombre,
esperando tan sólo a que aparezcan
como amantes nocturnos los dedos de la lluvia.
Conculcaron las leyes y juraron vengarse de las rosas de yodo,
indecisos,
confundieron al alto tribunal con los taxistas que visten
con peluca a los pájaros
y al bostezar
se cubrían los ojos con escudos feudales.
Nadie supo a la altura de qué río platónico encontraron
una bala perdida, en realidad
ni se sabe a qué guerra se apuntaron cuando alguien
les habló de Hiroshima y se encontraban
a unos metros tan sólo de los templos anegados de tumbas.
Si fundaron un credo diferente a otros credos no sería
porque un barco pirata los vendió como esclavos,
ellos fueron
pecados veniales,
angelitos con los dientes de leche
y no tuvieron la suerte de contar con un maestro de esgrima.
Hoy son eso, un buñuelo de musgo,
la humedad de la noche,
los amantes
nocturnos de la lluvia.

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