Pues si es esto la vida y tú no sabes
otras formas de amar, si no conoces
otro modo distinto
de quererte a diario,
si esas ganas inmensas que te callas de subirte a los árboles
o ese irte llenando los bolsillos de nubes
por saciarte de algo
es la vida,
para qué estas coartadas de esperar a un domingo con los labios abiertos,
para qué estas murallas que no guardan apenas el rubor de tus senos,
para qué estas palabras que te olvidas para otros poemas,
este sol en la boca,
tanto barro en los dedos,
tanta nieve en diciembre que te llena
de camellos la alcoba…,
pues si es esto la vida,
dime tú,
¿por qué nadie te dijo que naciste de una especie de júbilo
a punto de abrasarse?,
¿por qué te regalaron un puñal y una rosa
y nadie te advirtió de qué peligros conlleva
acostarte desnuda con un desconocido?
Quizás te has planteado muchas veces renunciar a ti misma,
quizás te has preguntado
si este espacio de espejos en mitad de la muerte
ciertamente es la vida.
Quizás es porque así, tan incoherentes,
nos resultan las cosas.
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