viernes, 3 de junio de 2011

Morirse a medias

Si tuviera la suerte de llegar a morirme
sólo a medias,
léase
sólo a efectos de pésames,
de exequias de tercera y compromisos sociales,
morirme sin morir,
como se mueren al alba las estrellas

es posible que entonces consiguiera entender por qué la gente
se graba en el ombligo tatuajes de amargura,
por qué existen muchachas enjaezadas de niebla
y eucaliptos yacentes

posiblemente entonces supiera de paisajes
o aflicciones que fui
y no conozco

del tiempo
que jugué a estar perdido y cruzaba en sandalias
los campos de mazorcas.

Lo mejor de una muerte que no es muerte es la distancia
con que miras las cosas,
no aspirar a ser algo,
no dar cuenta de nada,
no tener que acudir a los entierros de otros o ponerte colonia
cuando acudes al médico.

No me apenan los muertos,
me preocupan tan sólo
la acritud del olvido que se llevan y el azufre que aspiran,
me duele más la espera,
sobre todo,
la espera que consiste en aguantarse como meros
organismos yacentes,
permitir que los faunos te conquisten con Caballos de Troya
sin llegar a saber por qué les huelen
a podrido las ingles.


Poesía Pura
03 06 11
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