jueves, 15 de marzo de 2012

Tienes que disculparme

Tienes que disculparme
que no entienda el idioma en que se expresan tus muebles,
ni te aplauda ese idilio que mantienes
cuando cierras la puerta
con la muerte.
Tienes que perdonarme
que no acuda a tu casa las veces que debiera,
que no atienda al teléfono,
que te espere
de pie sobre un andén al que tú nunca llegas.
No es por nada especial, no es que le tenga
ojeriza a tu casa o me disguste
el serrín de tus muebles,
lo que ocurre
es que voy a tu encuentro con los ojos salpicados de ensueños
y a ti sólo te importan los ruidos que dices escuchar en la escalera,
ocurre que te hablo de países que no están en los mapas,
de islas que podrían cabernos en las manos,
del calor de la nieve
y tú en cambio,
entre fotos añejas y la tos de los gatos, siempre acabas
trajinando la tarde con tus muertos
y llenando la alfombra de pequeños cadáveres.
Es eso.
Para ti no es noticia que el jardín de la casa tenga celos
de las nieves perpetuas, para ti es mentira
que el fondo de los charcos esté lleno de estrellas.

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