de agosto, el corazón
era un disco a dos mil revoluciones por minuto.
¿Acaso alguien ha muerto?
Por un instante el viento se filtraba
por entre los sicómoros.
La luz,
la sal,
las frondas de los álamos.
¿A quién rezan los tilos?
Habría que borrar de las paredes
el llanto
y abrazarse,
sofocar el temblor de la carcoma
y abrazarse otra vez.
¿Por quién lloráis?, decidme…
Te ví llegar de luto hasta mi puerta.
Luego
nos sorprendió la aurora recordando
canciones de Paul Anka.
.
286
295
No hay comentarios:
Publicar un comentario