jueves, 14 de abril de 2011

Si no hubiera otro océano más allá del océano

Si no hubiera otro océano más allá del océano
acaso esto no fuere sino un largo
camino alrededor de unos cuantos mercados medievales
o un florero de espuma donde el viento
reconstruye sus casas amarillas.
Si no hubiera aprendido que una llama
sobrevive a la muerte
tal vez esta ventura con que enciendo
tu boca vegetal y se me llenan
los labios de semillas
no fuere sino el atrio de ese espeso silencio
que precede al instante en que se acercan
con la luz en el pico
los halcones.
Mientras tanto,
mira este corazón, flota en la hierba
de una tarde lloviendo a la deriva
y ahora crece al amparo de la noche esteparia
como crece la fruta en los bancales que siembran los lacayos.
Mira este corazón,
como un perro famélico que recoge las mondas
de todos los hospicios,
olfatea las horas de un reloj menopáusico
y pernocta en los sótanos de cualquier edificio
con un féretro negro entre las manos.

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