martes, 12 de abril de 2011

¿De qué puedes fiarte


¿De qué puedes fiarte
cuando todo el infierno se te viene
de repente a las manos?
¿Con quién vas a sentarte cuando vayas a un cóctel
y la carne te huela a chamusquina?
Si has vendido ya el plomo de tus alas
a un anticuario ciego,
si a plena luz del día no sabes distinguir
a un ángel de un gusano
más te vale
preguntarte a qué juegas llevando tantas gotas
de sangre en la corbata
y escribir lo que pueda servirte de epitafio en la otra cara
intacta de los sueños.
Se están acumulando los cadáveres
frente a los crematorios,
no nos quedan
exorcismos que limpien tanto barro
incrustado en los huesos,
sólo cabe esperar
a que se ponga el sol en las alcobas
donde hacen el amor los mercaderes.
Tengo prisa,
en este mismo instante tengo prisa y no me dejan
ni sacudir el polvo de los párpados:
me espera una traición y mucho antes de alba
se ha dispuesto el patíbulo.
Y es que sabes, amigo, que los pobres
siempre ardimos mejor.

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