Cuando sólo eras ninfa y era sólo
la luz una burbuja en el aire que aspiraba
a ser nube de olíbano,
cuando el tiempo
coronaba su nombre desconchando
una sombra tras otra en los espejos,
eran nieve de agosto las palomas
y existía el sosiego de las horas tempranas,
cuando nadie pensaba que una gota de lluvia repetida
horadara una piedra,
cuando el llanto y el miedo y la tristeza
no eran más que la herrumbre de un dolor transitorio
y era el mar un abrazo
y era un labio de azogue primitivo
la mañana,
yo,
burbuja,
nube, olíbano,
corazón de crisálida flotando entre los juncos,
ya te estaba nombrando.
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