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Tú no sabes si el día en que tus ojos llegaron a tus ojos
sucedió ciertamente, sólo sabes
que el otoño es hermoso porque inunda
de luz de mariposas las pupilas de un ciego.
No sabes si esa hilera de hormigas que recorre
los andamios del mundo es un preámbulo
del hombre de los árboles,
en cambio,
vistes tu desnudez por si están llenos
de escorpiones los charcos.
Y ahora tienes la duda de que acaso un diluvio universal
fuera un fracaso
suponiendo que hubiera, que existieran,
mil formas de salvarnos,
la duda de si es lícito siquiera
esperar que la sangre de un mártir, de puntillas,
dibuje un arco iris mientras crecen los mares
y se encuentra
presupuesto en palacio para salvar las islas.
Pero siempre hay un sitio vacío a nuestro lado
para evitar el miedo,
para esconder los odios que a veces no son nuestros
ni llegan por caminos transitables,
un sitio en el que Dios puede que tenga
repetidos
los dedos de las manos.
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