Tendréis que perdonarme este poema,
pero era indispensable que os contara
por qué a veces las cosas
carecen de sentido,
por qué pasa que existen avenidas sin nombre
y ríos que descienden sin orillas,
por qué hay olas grandísimas que mueren
sin haber avistado alguna playa;
y es que ocurre
que las cosas no tienen el tamaño
que requieren las manos
ni las manos se adaptan al perímetro
estricto de las cosas.
Ocurre que la historia construye biografías
de objetos comestibles que no estaban
inscritos en la infancia,
objetos moldeables a la forma
de una absurda certeza que acaso nos desvale
y ocurre
que lo hombres no saben
que el dolor es un pozo repleto de silencios
y a la hora del té nunca les quedan
palabras pronunciables.
Ocurre lo que ocurre,
que las cosas
no son pese a las quejas
y son cuando lo son al alcanzarlas.
Tendréis que disculparme,
ciertamente,
yo vivo en diferido y en medio de las cosas
a la medida exacta del otro que no fui.
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