viernes, 29 de enero de 2010

Tal vez hayan crecido ciudades boca abajo...

Tal vez hayan crecido ciudades boca abajo,
ciudades que estuvieron bajo siglos
sumergidas al sol,
tal vez tu no recuerdes los paisajes egipcios
de los viejos veranos cuando estaban
las estrellas nadando en las pirámides.
Seguramente tú ya no recuerdas
por qué te llamas Juan cuando podías
llamarte de mil formas, por ejemplo,
un nombre con dos erres que evocara
la furia de los astros o el plumaje
del martín pescador.
Y es que te olvidas
que al nacer te nombraron aspirante
a pequeño burgués y a duendecillo
de un listín telefónico,
no importa, casi nadie
recuerda al panadero que amansaba a los tigres
ni a las ranas que hablaban de amor en otro idioma,
casi nadie se asocia con lámparas agónicas o tambores malditos,
tú fuiste el descendiente directo de un lenguaje insumiso,
imparcial con los muertos,
parcial con los vencidos,
el testigo de cargo de un ovni cartesiano.
Pero sabes, en cambio,
que las llaves del mar nunca se llevan
sueltas en los bolsillos,
que en todas las historias donde abundan los peces
hay gatos amarillos, nada menos
que gatos sindicados de una infancia de barcos sarracenos.
Y conoces de sobra qué bien dicen
los jarrones de lilas en la lápidas,
los viejos en el parque, los retratos
que tapan la humedad de la pared y en cambio nada ocurre,
ni siquiera
es noticia que muera un cardenal o esté de huelga
la capilla sixtina,
es igual,
lo que ocurre es que a ti se te ha quedado
congelada la risa y no te atreves
a ponerte otra vez bajo los grifos de una montaña rusa
para descongelarla
ni comprendes por qué, desde hace tiempo,
la tarde duele a fruta.



Poemario No me pidas que cante cuando vengas (2009)
PREMIO FRAY LUIS DE LEÓN 2008 DE CREACIÓN LITERARIA.


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