Sólo sé que ha acabado el verano
cuando el viento y los pájaros se cambian de paisaje.
Entonces,
ya se sabe,
la gente toma el sol en las bañeras antiguas
con música de Verdi y a la tarde
se inventa una desdicha o se suscribe
a una absurda tristeza.
Da lo mismo,
el caso es que los muertos siempre tienen
la culpa de que todas las palomas
viajen hacia el sur,
la culpa de que existan hoteles bajo el mar
donde se hace el amor cada noviembre
borrachos de manzanos
y luz republicana,
los muertos siempre tienen la culpa de que vayan
a oscuras a la escuela y con las piernas desnudas,
las mañanas,
la culpa,
finalmente,
de que huelan
a papel de periódico las almas.
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