jueves, 28 de enero de 2010

Reconozco que tuve tanto miedo...

Reconozco que tuve tanto miedo
al ver cómo una flor iba perdiendo
sin quejarse sus pétalos,
tal recelo al lenguaje nocturno de la gente
y a sus besos de caucho
que una vez
entré en el corazón de algunos pájaros
y de pronto, lo mismo que si hubiera
olvidado mi cuerpo en una esquina del viento
o se me hubiera
gastado la vida en no vivirla,
me convertí en zorzal
que acaso sea
la única locura que carece
de efectos secundarios,
por eso ahora voy
vestido de esta guisa,
por eso y porque sé
que lo más parecido a una rosa es otra rosa
tengo el alma plantada de sabinas,
la voz de un verderón
y la forma de andar de un gurriato.


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