jueves, 28 de enero de 2010

Los ángeles no pesan, pero tienen...

Los ángeles no pesan, pero tienen
las lágrimas de acero,
no sufren el rigor de las envidias,
pero ignoran la música que encierra el primer llanto de un niño,
los ángeles no tienen, por supuesto,
conciencia de ser ángeles, ni gozan
de angelical presencia,
no saben arrancarse las alas a mordiscos,
beber un vaso de agua hasta agotar
toda su transparencia,
mirarse en las lagunas que forman los glaciares,
cumplir dieciséis años,
morirse de mentira,
calcular los latidos por minuto
que tiene el corazón de una moña de trapo.
Y es que cuando pasó por la tierra el primer ángel
el mar
y las montañas
y el candor de la nieve tenían nombre.

Un ángel es la sombra de un hombre del revés,
es un viento dudoso, una celada
con la firma de un dios en blanco y negro.

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