miércoles, 27 de enero de 2010

Puedo ponerte un nombre...


Puedo ponerte un nombre, imaginarme
un mar de codornices en tu vientre
y pensar que no existen
ni aduanas ni guardias que me impidan
cruzar entre tu cuerpo como cruzan
las moscas un eclipse.
Puedo llamarte Aurora, Estefanía,
decirte claridad
y abrir urgentemente las ventanas
de los días impares y arroparte
con un trozo de abril hasta que el mundo
pierda la espalda al día y en un niño
lo inventemos de nuevo.
Puedo ponerte un nombre
No sabrías si no
cuántos instantes
quedan en un otoño despoblado
ni los soles se pueden cabalgar
por tu espalda desnuda.

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