Las palabras son barcos que viajan
a lomos de una hormiga
tan leves,
tan minúsculas
como una luz incierta.
Pronunciarte
es un acto de fe que se repite
sin otro ritual que este gastarnos
los únicos silencios que tenemos.
Pronunciarte es amar hasta los últimos
islotes de tu cuerpo,
amar este elemento en que flotamos
como peces egipcios
sin saber
si existes y si existo.
Y es hallar en tu boca y en tu sexo
un mar en que escribirte.
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