Ya sé que no comprendes estas cosas
que suceden sin ti, como no sabes
de las muertes que ocurren por segundo
ni del día que es hoy,
diez de noviembre
y está luciendo el sol.
Nadie puede evitar lo inevitable,
simplemente acontece y es posible
que después de este verso se desplome
un suspiro en peligro de extinción
o vuelen por los aires las leyendas
de una página en blanco.
Quizás el calendario nunca pudo
poner punto y aparte
y ahora estemos
escribiendo el pasado, preguntándonos
quiénes son estos huérfanos que bailan
con metralla en el pecho
y estas manchas de luz sobre las puertas
y estos buitres segando el mediodía
o qué son estos grumos de sangre en la corbata.
Ya sé que tú no entiendes de estas cosas,
que recuerdas la lluvia amontonada
y los carros de fresas,
que aún te pesan las piernas en las noches de junio
y hay un niño
que pregunta por ti desde otra infancia.
¿Por qué voy a contarte a cuántas lágrimas
tocamos por minuto?
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