viernes, 27 de octubre de 2017

Hoy me he encontrado a Dios en zapatillas



Hoy me he encontrado a Dios en zapatillas
en un banco del parque.
Estaba allí, mirándonos despacio,
esperando quizás algún saludo,
quizás algún detalle,
pero todos pasábamos de largo.
Estoy hablando en seriose trataba
de un Dios a ras de calle, a la estatura
exacta de los hombres, era un Dios
que llevaba cicatrices de tiempo en las mejillas
y un temblor de torcaces en las manos.
Se trataba
justamente del Dios que nadie espera
encontrarse algún día frente a frente:
no escondía en sus ojos la mirada
exhausta del anciano,
ni los dardos anónimos del miedo,
ni el reloj de la angustia,
ni la huella profunda de un exilio
ha tiempo decretado.
Os confieso
que he visto al mismo Dios que os encontráis
vosotros cada día
en las calles de todas las ciudades,
que he visto a un Dios vencido,
derrotado,
al mismo Dios incómodo que os hace
mirar con disimulo hacia otro lado.
Y me temo
-tal vez debí callármelo-
que he visto a un Dios cansado de ser Dios.

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