jueves, 27 de octubre de 2016

Aunque no te lo creas






Aunque no te lo creas
es preciso viajar para ser libres, no hace morir, ni es suficiente
alegar un derecho divino a equivocarse,
porque la muerte, amigo, no es dispensa, sino un límite,
por lo tanto
cada pueblo en que duermas, cada casa que pises
sin quedarte clavado a sus paredes,
cada ola del mar,
cada paisaje
son como una amnistía o como un viento de gracia que convierten
las tierras más lejanas en playas de tu cuerpo.
Toda espontaneidad es perspectiva y nos conduce al origen,
nos convoca,
nos hace irrazonables, inseguros, hijos de meretrices
y al nacernos
nos nacen ya ateridos de tantos descreimientos
que no existe el amor, sino el desahucio
en que caen los amantes cuando llaman amor a lo que es sexo.
Lo que más esclaviza son las cárceles hechas de preguntas,
de verdades a medias,
de dudas sumergidas,
lo que más nos subyuga son las falsas miradas cargadas de estrabismo
y ese tiempo tan cierto y tan inútil
que empleamos a veces en juzgarnos,
viajar
es ser otro detrás de cada curva,
es dejarnos de herencias y torres chamuscadas,
es tener tan enorme el corazón que no nos quepa en un cielo,
es amarte a ti mismo, pero amarte distinto a cada paso,
desamarte después y mantenerte
en el raro equilibrio que sostiene a las cosas cuando pesan.

Te aconsejo una ducha de amapolas,
desechar los zapatos de tacón y hasta que lleguen los ángeles
viaja de liana en liana por los bosques del mundo.

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