viernes, 27 de julio de 2012

He muerto veinte mil quinientas veces

He muerto veinte mil quinientas veces
-justamente las muertes que no tengo-
y, aunque os cueste creerlo,
sigo vivo,
he muerto tantas veces como han muerto,
a las puertas del miedo, las palomas
que no alzaron el vuelo, tantas veces
como fueron cayendo en los puñales
de frías madrugadas,
los retablos pintados en mis sueños.
Sobrevivo en un verso,
en un labio prestado, en el abrazo
del más tibio silencio, sobrevivo
en la caricia intacta de una madre
imaginada siempre,
siempre madre-,
en el tiempo no usado, sobrevivo
en la mirada nueva de un jilguero.
Sobrevivo a pesar de los veranos,
a pesar de las lluvias, a pesar
del cielo derramado en las aceras
que deja cada otoño.
Me enterré tantas veces como tuve
certeza de un ocaso, me enterraron
a la profundidad de mi memoria
y alejado del mar, a la distancia
del vuelo de una garza.
Y por eso
llevo barro en los pies y en el cabello
los vientos de todas las edades.


Poemario "De silencios fingidos" 

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