viernes, 12 de marzo de 2010

Si hay suplicios que son como la sombra de un pífano




Si hay suplicios que son como la sombra de un pífano,
éste es uno de ellos,
días en que no estoy
o estoy apenas
y es así cuando llego hasta el umbral de los pájaros
y siento que están mudos,
es así como advierto la infinita presteza con que crecen los niños
y no creo por tanto en las consignas que intentan que la vida
se alargue un poco más.
Porque a mí ¿qué me importa la vida si no cantan los pájaros,
qué me importan los niños si no tienen infancia o se le llenan
de bisnietos los cuentos,
si pasado mañana voy a escribir
el último poema?

¿Hacia dónde volar?

Oigo el clamor del mundo y no estás tú,
oigo pasos y espuelas,
oigo hogueras,
timbales,
ríos que se rebelan porque quieren ser ángeles,
oigo mi soledad y cuando salgo al jardín y se ha hecho costra este verso
ya no duele.

Quien me duele eres tú que te has llevado el cristal por donde entraba
la luz hasta mis sótanos,
quien me duele eres tú con tus relojes de hélices
con tus cuentos de hadas,
tú que vienes
con disfraces de fresas y envenenas mis sueños.

¿Hacia dónde partir?

No vengas a decirme que mi sitio está aquí donde los peces
se ahogan de entusiasmo,
no pretendas
que ahora crea en el sexo de tus ojos
y así ahorre en fantasmas,
pensaré que vivir fue ese regalo que jamás merecimos y eso es algo
que debieran saber muchos amantes.


Poesía Pura, 12 03 10

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