Entonces no sabía que amarte era una empresa
sumamente arriesgada,
que dejar los tebeos y encerrar la gramola era igual que apearse
en marcha de la vida,
que embalar el silencio en las esquinas
y esperar a que crezcan los posibles amantes
de un listín de teléfonos sería
algo así como andar de puntillas en terreno minado.
Reconozco que entonces
ni siquiera sabía que te amaba
así,
como te amo.
Y es que ahora tampoco.
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