jueves, 14 de abril de 2011

Muy adentro del mí, hasta doler el aire,..

Muy adentro de mí, hasta doler el aire,
está mi infancia blanca,
aquel tiempo
colgado de las luces amarillas de los pájaros
y aquel mar
de provincias de azúcar a lo lejos.
Adentro, la mañana derramada en tus hombros,
la quietud del espacio y el sabor
a ternura de niebla que despiden
las acacias bañándose en mis ojos.

Y me he puesto a buscar sobre el desorden cotidiano del mundo
tus muslos inflamables,
he encontrado en las rocas más profundas princesas con tu nombre
y he querido leerte en las canciones prohibidas,
en el rostro asustado de los peces
y en los atrios romanos de una casa de citas
y no estabas,
seguro que no estabas y te juro
que no he visto una sola apariencia de piernas desmayadas,
que no he visto la estela que producen los cuerpos que se alejan,
ni una sola
caricia en el desierto de mis labios.

Por buscarte, además,
me he vestido la ropa de los niños que salen de la escuela
y se acercan a ver pasar los trenes,
pero estaban borrachos los andenes de turistas mediocres
y el viento era de azufre,
de ceniza,
de plomo
y tú tampoco estabas,
segurísimo estoy de que no estabas.




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