miércoles, 13 de abril de 2011

Llorar calladamente



Llorar calladamente:
llorar por las promesas de avenas que no nacen,
por los mares que ya no tienen playa,
por los gritos que mueren
recién grito estrenado y sin garganta,
por los ríos sin cauce, los arroyos
sin música en los árboles,
por las nubes plomizas,
llorar calladamente,
llorar hasta evitar que una sonrisa
se muera carcajada.

Llorar ocultamente:
llorar como la madre que no lleva
calostros en los pechos,
como un atardecer sin catedrales,
como una noche huérfana de lobos,
como una noche-noche en que se han vuelto
afónicos los grillos,
llorar ocultamente,
llorar hasta que nazcan de los ojos
mariposas y lirios boreales.

Llorar amargamente:
llorar cuervos hambrientos,
avispas
y alacranes,
llorar como ciclones peregrinos,
como carros de fuego, como anuncio
de un sello apocalíptico,
llorar amargamente,
llorar mientras arrasa los zarzales
un diluvio de azufre.

Llorar como quien llora ante un difunto
que sabe que no es suyo,
llorar porque los perros merodean
por las calles desiertas, porque orinan
los gatos en la acera, porque cuelga
su nido del manzano la oropéndola,
llorar por cualquier cosa,
porque sí,
llorar para que nadie te eche en cara
que ha vertido una lágrima por ti.



Vicente Martín Martín (España, 1945-2012)
De "Soliloquios en gris"
PREMIO VI CERTAMEN DE POESÍA IBEROAMERICANA VÍCTOR JARA




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