domingo, 31 de octubre de 2010

¿Es cierto?

¿Es cierto –me preguntas-
que los trenes que llegan a la hora precisa sólo traen
la noche como único turista?
Es verdad –te respondo- y cuando parten de nuevo se adivinan
manos de niños muertos que te dicen adiós
desde las ventanillas.
Sin embargo,
hay trenes que no paran porque llevan
mercancías prohibidas,
van llenos de ataúdes, de monjas violadas y de cerdos blanquísimos,
son trenes para cuerdos,
trenes para el olvido en que millares de sabios
comparten una tumba.
Y hay por fin otro tren que reservo y cuyo único
pasajero soy yo:
una vez
me vino a visitar y desde entonces
nos lavamos los dientes con el mismo cepillo y nos prestamos
tristezas
y las locuras.


Poesía Pura, 31 10 10

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