jueves, 4 de noviembre de 2010

Esta tarde

Esta tarde
que la he visto aburrida y no tenía apariencia
de dama insobornable
he sentado a la muerte en mis rodillas,
me ha mirado
y he sabido de pronto que no sirve de nada protegerse
con caretas el rostro,
que al final
todo acaba lo mismo que empezó,
con un simple suspiro o un dolor subcutáneo.
Es curioso observar cómo nos mira la gente con cara de hace siglos,
pareciera
que no han visto jamás a una doncella
al final de una curva o un hipogeo hasta arriba de murciélagos.
Ella siempre retuvo nuestros nombres y conoce las huellas
que dejan nuestros pasos,
pero espera,
persevera a lo largo de un pasillo larguísimo
y cuando acude a una cita tiene el rostro
de una chiquilla pálida.

He sentado a la muerte en mis rodillas y no entiendo
por qué es tan antipática librándonos incluso
de sí misma.


Poemas del Alma, 03 11 10

Poesía Pura, 04 11 10

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