lunes, 11 de abril de 2011

Correré las cortinas y abriré las ventanas



Correré las cortinas y abriré las ventanas
pero no se irá el humo
de los cientos y cientos de cigarros que he quemado conmigo
mientras tú no llegabas
y era inútil
mantener encendida la luz de la escalera
y entreabierto el portillo.
La espera se hace larga como un escalofrío y cada instante
se extingue en otro instante más efímero,
los días son iguales,
sobrevives
asomado a la tenue presunción de tus manos,
sin respirar apenas,
preguntándote
qué veneno es más fuerte y más activo que el recuerdo de un beso.
Y al fin, porque presientes
que la noche y el día no son más que el recuento de una angustia infinita,
porque miras al frente y las aceras
concluyen todas ellas siempre en la misma calle,
sabes que no vendrás,
que ya nunca estarás porque el espacio
de la flor se ha acabado y las alondras
difícilmente vuelven a poner su nidales
sobre una misma rama.



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