Mi equipaje,
las palabras prestadas,
o esa extraña manera con que digo mi nombre y se ilumina el desierto,
todo en mí me delata y este mundo tampoco
se reconoce en mí.
La luz, los ojos verdes, la arena de la playa o una boca muy próxima
son conceptos equívocos que no siempre
los nombro y me complacen,
soy la sombra de todo,
un ser entre paréntesis que no tiene epidermis
sino agua,
que no sabe del mar sino de olas
convertidas en lágrimas.
He vivido y amado disfrazado de hombre con la lástima
cosida al oído izquierdo
y a mi lado
los olmos hacían música y los guardias de tráfico
conducían al limbo el motociclo de Mahler,
de nada
me ha servido llenarme los bolsillos de piedras o afeitarme
las vergüenzas del alma,
sigo siendo extranjero y cuando intento mentirme
se coagula el mercurio y se silencian,
como actores que hubieran olvidado
sus papeles, los pájaros.
¿Qué busco, pues, aquí
si estoy acostumbrado a que les nombren
a otros por mis nadies?
Poesía Pura, 09 03 11
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