domingo, 30 de enero de 2011

Volver no es lo difícil


Volver no es lo difícil,
basta sólo seguir esa rutina de las reglas más simples
y asomarse a lo estúpido,
lo triste es retornar y no encontrarte en la casa
sino copas vacías, la cama sin hacer y unos prospectos
de no sé qué ternuras que te llenan los dedos
de cucarachas verdes,
lo triste es admitir que hemos cambiado cabinas de teléfono
por horas no vividas,
que nos hemos dejado llevar por un desmayo
en que era preceptivo
renunciar al amor, cambiar de música,
sospechar de uno mismo y olvidarse,
cuando gritan los pájaros,
de que existen pastillas para el sueño.
Y es que todo está punto de acabar y no queremos
que el zarpazo del tigre nos encuentre
viviendo en otro cuerpo, resignados
a este estar y no estar entre las cosas y ser no más que formas,
pesadumbres,
olores,
objetos cotidianos que terminan quebrándose si alcanzan
el contorno de un sueño.
Pero en todo regreso hay una fecha o una hora maldita
en que eres quien no has sido,
en todo regreso hay un momento en que todos escribimos en páginas absurdas
nuestras propias maneras de estar tristes,
un instante infeliz en que compruebas
que alguien puso otros muebles en la casa y reformó los grifos,
que alguien
te ha lavado tus sábanas
y ha tenido el detalle de dejarte en la mesilla de noche y junto a un vaso de leche
las pastillas del sueño.
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